Mi primera planta se llama Claire
- Titi Delgado
- Mar 22, 2022
- 3 min read
Si fueras una planta y tu potencial fueran las raíces,
¿qué tamaño de vasija necesiarías?
De jardinera no tenía pero es que ni la intención y eso de sembrar mi propias plantas, no había pasado desde que sembré caraotas en kinder en el envase de las compotas. Así que, como imaginarás, esto que quizá te suene a algo muy básico y cotidiano, para mí fue toda una experiencia que hoy, trataré de que tenga sentido para ti también.
Hace unos meses compré en el mercado una plantica pequeña que, ahora me entero, se llama ZZ - Zamioculcas Zamiifobia.

Había escuchado que era la planta de la prosperidad, pero, además de la prosperidad, la realidad era que estaba decidida a embarcarme en mi primer reto jardinero como señora de 35 años que ya soy ;) – mantener viva una planta de verdad. Escuché que era noble en cuanto a cuidados se refiere y pensé que sería perfecto comenzar por aquí.
La cuidé, me ocupé y empezó a crecer. Llegó el momento de cambiarla de vasija. Imagínate... ¡Ya para mí eso era un logro inmenso! Pregunté cómo era el proceso a personas cercanas y varios ojos me vieron con cara de: “Pero sí es muy básico...” – así que atendí a las instrucciones y asumí que no sería complicado.
Compré los implementos y acordé hacerlo el sábado para que no fuera una tarea más de la semana laboral y de diligencias maternales. Quería disfrutar de ese momento.
Llegó el sábado. El cambio de vasija no duró más de 10 minutos, pero me regaló un millón de insights, que fueron apareciendo en mi cabeza uno tras otro, firmes, contundentes y haciendo show off – imposible ignorarlos.
Tomé la nueva vasija grande y le puse un poco de abono y agua con mi propia mano.
Mientras lo hacía, conecté con la rica sensación del barro, de preparar el terreno, de unir el agua con la tierra. Justo lo que necesito en este momento -: Unir mis ideas y mi creatividad con un plan aterrizado que se siente flexible, moldeable.
Luego, saqué mi plantica de su vasija pequeña y me sorprendió muchísimo ver la cantidad de raíces que estaban aplastadas, engrinchadas, como queriendo hacerse espacio. La vasija pequeña no se los permitía.
“¿Cuánto potencial estoy dejando guardado en esta vasija que ya me queda pequeña? ¿Cómo puedo ampliar mi vasija?”
No habían pasado 2 minutos y ya esto se había convertido en un ritual para mí.
Traspasé mi plantica de su vasija pequeña a la grande que ya había preparado y en la que esa cantidad de raíces, sí podrían crecer.
Terminé mi ritual poniéndole un poco más de abono para que le diera estabilidad. Pensé en el significado del abono en mi propio camino de evolución: Un trabajo intenso de autoconocimiento y desaprendizaje que ha hecho el camino más consciente, más intencional y más mío.
¿La vasija? Pues sí, llegó el momento de hacer de mi mundo uno más grande con nuevas relaciones, nuevas experiencias, nuevas conversaciones, nuevas dinámicas, nuevas rutinas, nuevos hábitos y una nueva forma de ver el mundo, mi mundo.
Escribiendo este artículo, bauticé a mi plantica porque, muy significativo el ritual, pero eso de “plantica” le quedaba pequeño, como la vasija.
Se llama Claire, como mi abuela materna, famosa por su jardín: Se los presento:

A lo mejor, lo de jardinera lo llevo en la sangre y
este ritual empieza a formar parte de mi día a día con más frecuencia de lo esperado.
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